Sobreprotección infantil: Un debate creciente sobre los límites entre cuidado y autonomía

Mira que genera debate y preocupación si protegemos o sobreprotegemos…

Pero… ¿A qué nos referimos con proteger o sobreproteger?

A simple vista, hacer la diferencia entre proteger y sobreproteger, parece sencilla, pero para mí, es realmente complejo dar una definición y diferenciación entre todos los actos que realizamos al día.

Así rápido, te diría que sobreproteger, es hacer por el niño todo lo que él es capaz de hacer por sí mismo, pero realmente ni yo misma estoy de acuerdo con esta definición.

Sobreproteger, está muy ligado a mis miedos, pero en muy pocas ocasiones me parece acertado este término.

¿Que por qué? Porque a veces, entre proteger y sobreproteger hay una delgada línea que soy yo y mis creencias; es decir, para unos protegerás, para otros sobreprotegerás y para otro tanto serás negligente…

Si es cierto que, si queremos evitar sufrimientos, equivocaciones, podemos generar bastante conflicto en el desarrollo.

Si nuestro peque o nuestra peque, no se expone de manera natural y controlada a la frustración que supone un nuevo grupo, la pérdida de un juguete, perder en determinados juegos entre iguales, no poder llegar al timbre sin ayuda… es verdad que le ahorramos aprendizajes necesarios.

Pero que ya sepa ponerse los zapatos entre los 2 y los 6 años, y que un día (o dos) yo se los ponga, no es sobreproteger, es ayudar en un momento determinado.

Y te pongo el ejemplo de los zapatos en los peques muy peques, pero podemos hablar de preparar la ropa o los libros en los más grandes…

Un día, o una semana, no va a echar por tierra todo lo anterior.

Tal vez lo que tengamos que observar, es qué lleva a necesitar esa atención; y dejar de ver a los niños y niñas como vagos y vagas en potencia.

De la misma manera, ahora con el tema campamentos de verano, habrá muchísimo debate a tus espaldas sobre si lo estás haciendo bien o mal, si lo sobreproteges o si realmente “cómo se te ocurre con la edad que tiene tu peque” …

Hace poco, alguien me contaba que su hijo se iba de excursión y que había madres llorando y otro tanto de madres que no los habían dejado ir por la edad de los niños y niñas, unos 7 años si no recuerdo mal.

Esta persona le parecía demasiado dramatismo y sobreprotección esa situación, ¿realmente es así?

Pues depende…

Si confío en los adultos, el espacio y mis experiencias vitales, me hacen soltar, y eso está bien.

Si cuido mucho de cómo se le habla y cuida a mi peque y me quiero asegurar del bienestar de mi hijo o hija y considero que ahora no es nuestro momento para enfrentar estas situaciones, pues está bien también.

¿Le estamos privando al niño o a la niña de vivencias? Relativo…

Si queremos que todos los niños tengan las mismas vivencias si… sino tal vez no

Es igualmente rico que nuestros hijos de adultos recuerden “me encantaba irme con el cole” que, “cada vez que había una excursión me encantaba quedarme en casa”

Cada uno sabe de lo que cuida y a quién cuida.

Dejar mis miedos atrás no es tan fácil como dibujar un sol, contando que todos dibujaremos el Sol en función de nuestra percepción.

A mi particularmente me cansa bastante el término sobreproteger, porque si realmente hubiese protección y mucha, no pasarían cosas que pasan…

Creo que al final, caemos en lo de siempre, ponemos el foco en el niño en vez de en el adulto.

Un niño con falta de tolerancia a la frustración, o con actitudes complejas para su día a día, no está educado desde la sobreprotección, sino desde el miedo a sus reacciones, y eso es negligente.

Siempre lo digo, todavía no conozco a nadie que se haya muerto por exceso de amor, por defecto, hay unos cuantos en la cárcel.

Cuando tenemos miedo a generar sobreprotección, reaccionamos a veces de manera que no acompañan el desarrollo, acabamos gritando, forzando, empujando al niño o a la niña, por no “vaya a ser que”

Y decidimos que es mejor unos zapatos puestos por si mismos con dos años, o una mochila sin ningún material faltando, que un buen desarrollo de la autoestima por detenernos y acompañar las dificultades puntuales que puedan tener nuestros hijos e hijas.

No es lo mismo que yo tome consciencia, por ejemplo, de que a mí me da miedo nadar y me de respeto cuando mis hijos van a natación, que prohibir a mis hijos ir a natación porque el agua es peligrosa.

Aprender a confiar, a soltar, tiene que ver con hacerme cargo de mis miedos para no cortar el desarrollo sano de mis hijos.

Cuando “sobreprotejo” (y si, ahora ya lo entrecomillo) no cuido de mi hijo o hija realmente, cuido de mí, de mis inseguridades, pero no afronto lo que muy probablemente mi peque sea capaz de hacer.

Para mí, quién realmente se sobreprotege es el adulto.

A nuestros hijos o los ahogamos a exigencias o les dejamos en el limbo de “no soy capaz porque papá y mamá tampoco son capaces”

Mi capacidad no está ligada a mis potencialidades, está ligada a lo que papá o mamá piensan acerca de mí, y si ellos no están seguros, yo tampoco.

Criar con miedo a sobreproteger es rozar en ocasiones una dureza al criar que no es necesaria.

Creerse sobreprotector, implica tener consciencia de que tengo miedo y a veces no sé cuál sería la mejor opción.

¿Quién marca ese límite? ¿Quién me dice dónde debo parar de velar por el bienestar de mi familia?

Creo que deberíamos perder el miedo a la sobreprotección.

A veces, tengo la sensación de que ha sido un cuento chino para poder ejercer presión y que no criemos a nuestros hijos con la calma y seguridad que necesitan.

Si te ha aportado esta entrada, me gustaría leerte en comentarios.

Indira Veloso

Indira Veloso

Coach de Familia

Buscar en el blog

Compartir en Redes Sociales

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Share on whatsapp
Share on pinterest
Share on email