Hoy necesito hablarte de Mi

Ayer cumplí 41 años, eso quiere decir, que llevo casi 10 como madre.

Y necesito contarte esto.

Hace 10 años, en esa foto que ves, no tenía ni idea de lo que supondría para mí ser madre (bueno, realmente pensaba un montón de cosas que nunca sucedieron…)

Tuve un parto brutal de tan solo 3 horas sin epidural, no porque quisiera, nadie me atendió en el momento correcto y creo que ahí me di por primera vez cuenta, de lo poco escuchadas que somos las madres… y sobre todo a nuestro instinto.

Un par de meses después vino Brasil y durante mis 7 años allí mi gran revolución personal (podría asegurar que como a todas…)

¿Conoces esa frase de: los hijos sacan lo peor de ti? Pues yo descubrí que esto sucede porque no te trabajas…

Tener un hijo es el mayor acto de autoconocimiento, te enseña todas tus aristas (o mierdas, como prefieras llamarlo)

Los hijos se sienten como una tripa más de tu cuerpo, y cuando algo falla duele y muchísimo.

Hay miles de razones por las que sentir culpa y yo creo que las tuve todas… Tenía un niño que solo recibía adjetivos y yo me los cargaba todos a mi espalda…

Con el tiempo descubrí que ni tenía toda la culpa, ni esos adjetivos nos pertenecían.

Pero fue de la dureza del camino, que parí por tercera vez en forma de proyecto personal (no me podía quedar para mi todo lo aprendido)

Yo siempre he tenido algo claro: no vender lo que no soy; y en ese “soy”, entra que todo de lo que te hablo o enseño, ha pasado por mi, bien integrado, porque lo que pasa por la mente y no se lleva a cuerpo NO VALE.

Y a los hijos también hay que llevarlos a cuerpo, sentirlos, intuirlos, integrarlos. Y hay momentos en que esto es complicado.

Siempre estamos metidas en ese “no soy la madre que quiero ser”, y esto pasa porque huimos de nosotras mismas, no nos aceptamos tal cual somos, no nos damos el permiso a vernos y observarnos con compasión.

Hace un tiempo comenté que en ESAS conversaciones que tengo con mi hijo le pregunté: “L. ¿cuándo decidiste dejar de portarte mal?” (fue exagerado y durante años ) y él me respondió: “mamá, un día en religión me explicaron que hay que valorar cuando las personas se esfuerzan y yo vi cuánto te estabas esforzando tú por mí estudiando tanto” (si… tener un hijo como el mío trae bastantes hostias de realidad)

Tener un hijo (o hijos en general) supone un reto personal importante. Yo no lo sabía.

Agradezco cada día que él me pusiese contra las cuerdas desde que era bebé…

Yo después de tantos años ya encajo mis piezas (las personales) las suyas las voy acogiendo a cada paso que da en la vida.

Lo sigo sintiendo como una tripa (profundo, íntimo, mío), pero sin dolor.

Ahora estoy a las puertas de la adolescencia, y sin menospreciar la etapa, estoy convencida que nos llevaremos bien.

Ver a mis hijos en esencia, en conexión es el mayor regalo que yo misma me he podido dar.

Y esto no va de dejar de gritar (que también), sino de tener la valentía de asumir que hay hijos que cuestan más, no porque sean difíciles ni intensos (este término me aburre), sino porque hay un cartel de neón que dice “hey tía, hay cosas que no molan en ti y toca revisarlas”.

Él es mi mejor gurú, mi niño maestro y yo me di la oportunidad de no perderlo.

Tal vez no sea mi mejor entrada, pero hoy necesitaba hablarte de mi.

Indira Veloso

Indira Veloso

Coach de Familia

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